¿Estás harto de escuchar que es mejor hacer ejercicio por la mañana? ¿Todo el mundo te dice que por la tarde se rinde más? Pues bien, todos tienen razón, a su manera. En el siguiente artículo, te presentamos los beneficios físicos y mentales que cada uno te puede aportar y te animamos a que elijas el que más se adapte a ti.

A favor del ejercicio por la mañana

Diversos estudios demuestran que si se hace ejercicio regular por las mañanas es más difícil abandonarlo como hábito, ya que al ser lo primero que vas a hacer durante tu jornada diaria, es complicado que otros asuntos de “última hora” interfieran en él, impidiéndote su cumplimiento diario.

Otro punto a favor del ejercicio matutino es que te va a proporcionar un inicio activo del día, ya que te va a generar un buen banco de energía que se irá liberando lentamente durante el resto del día. Activarás el metabolismo y, por lo tanto, estarás quemando calorías durante el resto del día sin darte cuenta. Además, por si esto fuera poco, mejora el estado de ánimo, pues la liberación de endorfinas que causa la práctica del deporte te ayudará a enfrentarte a la rutina diaria con más positividad.

Nunca salgas a hacer ejercicio sin desayunar,

ya que la fatiga puede pasarte factura

También se suele recomendar como el momento del día idóneo para el entrenamiento de aquellas personas con sobrepeso, pues tu cuerpo utilizará las reservas de grasa como fuente de energía, al encontrar vacías las reservas de glucógeno, que se habrán agotado durante la noche. Eso sí, no entrenes en ayunas, es un mito falso eso de que adelgazas antes. Al revés, como hemos dicho antes, tu cuerpo te pedirá durante el resto del día más comida para volver a recargar los depósitos de glucógeno, nuestra energía natural que se almacena en el hígado y en tus músculos, por lo que el efecto rebote sería mayor. Además, aparecería antes el cansancio y la fatiga y te encontrarías sin fuerzas para el resto del día. Lo ideal sería un snack ligero una hora antes, como una barrita o una pieza de fruta.

Acabamos con una advertencia muy importante: si eliges la mañana para hacer tu ejercicio diario, no olvides antes un buen calentamiento. Los músculos se encuentran fríos y lentos tras descansar toda la noche, por lo que pueden aparecer antes las temidas lesiones.

A favor del ejercicio por la tarde

Si en cambio eres de los que prefieres entrenar por la tarde tras tu jornada diaria, que sepas que también puedes obtener muchos beneficios. Fisiológicamente, por las tardes se está en el punto más alto de energía del día, por lo que no te costará mucho coger el ritmo. Además, los pulmones están más activos de estar funcionando ya varias horas y te será más cómodo enfrentarte a ejercicios que requieran resistencia pulmonar.

Siguiendo el llamado ritmo circadiano, por el que nuestros cuerpos siguen un reloj de 24 horas, según el cual dormimos por la noche y estamos despiertos durante el día, sobre las 17h-18h de la tarde nos enfrentamos al pico más alto de fuerza y flexibilidad en nuestros músculos, por lo que son recomendables los ejercicios destinados a mejorar estos aspectos.

Aprovecha las tardes para hacer entrenamientos de fuerza con pesas.

Notarás la diferencia

En cuanto a los beneficios psicológicos del ejercicio vespertino, encontramos la eliminación del estrés y la ansiedad que te haya podido generar una jornada difícil en el trabajo o en otros ámbitos, impidiendo así el aumento de cortisol en sangre, la hormona del estrés. Con esta hormona bajo control, prevenimos la aparición de problemas digestivos, alteraciones del sueño, aumento de peso o enfermedades del corazón, entre otros.

Acabamos con una advertencia muy importante: no entrenes por la tarde si no han pasado 90 minutos después de una comida copiosa, ya que la sangre que debe ir a tus músculos irá a tus intestinos debido al proceso digestivo y el ejercicio será contraproducente. Tampoco se recomienda una hora o dos antes de ir a dormir, pues se eleva la tensión arterial y la temperatura corporal y te costará más coger el sueño.

¿Entonces cuál elegir?

Si hablamos de mantener la práctica de ejercicio como algo constante en nuestra vida, la mejor elección será la que se adapte a tu forma de ser. Si no eres una persona madrugadora, olvídate de levantarte a las 7 de la mañana los fines de semana para entrenar, ya que, de lo contrario, lo abandonarás enseguida. Y si acabas agotado de trabajar a las 8 de la noche, no te quedarán fuerzas para salir a correr. Lo importante es que pruebes los diferentes horarios que te permita tu jornada diaria y mira a ver con cuál eres más consistente. Recuerda las recomendaciones que te hicimos en este artículo sobre la práctica de ejercicio diario. Una vez hayas cogido el hábito, te será más fácil ir variando cada semana o adaptarlos según tus compromisos diarios. ¡Ánimo!

Escrito por livenutrition.es